quarta-feira, 21 de outubro de 2015

Los mirasoles - Obra teatral argentina



OBRA TEATRAL ARGENTINA

Título: Los mirasoles
Autor: Julio Sánchez Gardel, Argentina, 1879-1937
Año de publicación: 1911
Representación: Estrenada el 1º de agosto de 1911, en el teatro Moderno de esta Capital por la Compañía Pablo Podestá.
Enredo: “Los mirasoles” es una comedia en tres actos, en la cual un alegre patio provinciano sirve de marco al romance entre el abogado porteño y la joven soñadora de una típica familia provinciana de principios de siglo. Una ciudad norteña enmarca los hechos de esta obra de gran colorido, mágica ternura y su picardía típicamente lugareña, comienza con la presentación de los personajes. Los criados: Regina y Baldomero con diálogos chispeantes y vulgarismos en su hablar, al igual que Don Mamerto el pretendiente de Azucena, la niña de la casa, demuestran imperfecciones propias de su nivel social y cultural. Azucena es una chica muy vivaz que sueña con un tipo caballeresco y se encanta con el Doctor Centeno, que viene de Buenos Aires a conocer el pueblo. (Fuente: http://www.alternativateatral.com/obra5605-los-mirasoles)
Contexto Complementar al enredo: enfrentamiento entre Buenos Aires y el interior, cultura europea y tradición.
Personajes: AZUCENA, DOÑA MÓNICA, LUCILA, ELIBERTA, REGINA, DOCTOR CENTENO, EL ABUELO, DON MAMERTO, DON SOFANOR, DON CÁNDIDO, BALDOMERO, UN MUCHACHO, CARTERO.
Fragmento para traducción: Acto 2 – página 69-71.

Doña Mónica, don Cándido, Sofanor y el Abuelo.
MÓNICA: Y ¿qué me dicen de la pareja? ¡Ah! yo estoy encantada. Al fin parece que la Azucena saldrá con su gusto.
CÁNDIDO: Es claro; porque el doctor Centeno no la atendería tanto si no estuviese enamorado de ella.
MÓNICA: Ese ha sido el sueño de toda su vida: casarse con un hombre así, tan culto, tan distinguido, con semejante posición que le permitirá hacer todos sus gustos y caprichos.
SOFANOR: Esta tarde durante todo el paseo no ha hecho más que hablarme de ella.
CÁNDIDO: ¿Qué te ha dicho?
SOFANOR: Que estaba admirado de encontrar una muchacha como la
Azucena en este pueblo.
MÓNICA: Ayer le regaló un dije precioso con sus iniciales.
SOFANOR: También me preguntó si no ha tenido otros novios.
CÁNDIDO: ¿Qué le contestaste vos?
SOFANOR: Que ella nunca ha querido más que a los pájaros.
MÓNICA: ¿Qué más te ha dicho?
SOFANOR: Que la Azucena haría un gran papel en Buenos Aires porque es muy linda e inteligente.
MÓNICA: Y a la Azucena ¿no la han visto cómo ha cambiado? Ahora se arregla y se peina todos los días. Antes parecía aburrida de todo. De día, hablando con los pájaros, y de noche, contemplando la luna.
CÁNDIDO: ¿Ella no te ha dicho nada si ya se le ha declarado el doctor Centeno?
MÓNICA: Todavía no me ha dicho nada. Pobrecita, tan ilusionada que está. En todas partes no se habla más que de ella. ¡Dios lo quiera!
CÁNDIDO: Y usted, abuelo, ¿por qué está tan callado? ¿Qué piensa usted?
ABUELO: Pienso que están ustedes llenándole la cabeza a la pobrecita niña con ilusiones que no creo se realicen jamás.
CÁNDIDO: ¿Qué dice, abuelo?
ABUELO: Voy a explicarme. No creo que el doctor Centeno se case con la Azucena.
CÁNDIDO: ¿Por qué, abuelo?
ABUELO: Porque el doctor Centeno tiene aspiraciones políticas y sociales muy grandes que la Azucena no puede realizarlas.
CÁNDIDO: Si él la quiere...
SOFANOR: ¡Claro, el amor! Usted desconoce la fuerza del amor, abuelo.
ABUELO: No, la vida del doctor Centeno tiene otras exigencias mucho más fuertes que el amor.
MÓNICA: ¿Y si usted se engañara, abuelo?
CÁNDIDO: ¡Puede engañarse!
SOFANOR: ¡Claro!
ABUELO: ¡Si yo me engañara! Daría todo, todo, hasta estos pocos días que me restan de vida por verla a la Azucena feliz y contenta. Pero no, no me engaño. ¡Pobrecita! Él se irá, ella lo esperará siempre, con la cara vuelta hacia Buenos Aires, viviendo por él y para él, atormentando el recuerdo y languideciendo de amor. Y cuando poco a poco vaya comprendiendo la verdad, la mentira de todos sus sueños, cuando comprenda que ha anulado toda su vida, sus mejores años en la inútil espera del ausente ¿han pensado ustedes qué será de ella, de la pobrecita niña? ¿Comprenden ustedes ese dolor mudo, reconcentrado, de los que han pasado toda la vida esperando algo que no llega, que no llega nunca ni con la muerte misma? ¡Pobrecita niña! ¡Pobrecita niña! (Pequeña pausa).
CÁNDIDO: Abuelo, respeto sus opiniones, pero debo hacerle constar que no estoy de acuerdo con ellas. (Mutis por segunda izquierda).
ABUELO: ¡Qué has de estar vos de acuerdo conmigo si no lo has estado nunca con el sentido común! (Mutis a la quinta. Pausa).
SOFANOR: ¡Pobre Azucena!
MÓNICA: ¡Dios quiera que se equivoque el abuelo!
Don Mamerto llama a la puerta.
SOFANOR: Ahí está don Mamerto.
MÓNICA: Recibilo vos.
SOFANOR: ¿Qué le contesto?
MÓNICA: Decile cualquier cosa, dale esperanzas por si acaso tenga razón el abuelo (Mutis rápido por segunda izquierda).
[…]

3 comentários:

  1. Este comentário foi removido por um administrador do blog.

    ResponderExcluir
  2. Equipo: Aline Viana, Andressa Almeida, Pollyanna Pereira, Joice Sousa, Juliana Santos.

    TRADUCCIÓN
    TEXTO ORIGINAL “LOS MIRASOLES” – Fragmento del Acto 2 – página 69-71.

    Os girassóis (Texto Meta voltado para São Paulo, dias atuais)

    Dona Mônica, Sr. Cândido, Sofanor e o Avô
    MÔNICA: E aí? Que cês acham do casal? Ah! Eu estou adorando. Parece que finalmente Açucena conseguiu encontrar alguém do seu agrado.
    CÂNDIDO: É claro. Porque o doutor Centeno não daria tanta atenção a ela se não estivesse apaixonado.
    MÔNICA: Esse é o sonho que ela teve a vida toda: casar com um homem assim, tão culto, tão distinto, com condições de fazer todos os gostos e caprichos dela.
    SOFANOR: Hoje a tarde no passeio inteiro ele só falou dela.
    CÂNDIDO: O que ele te disse?
    SOFANOR: Que estava admirado de encontrar uma garota como Açucena aqui, nessa cidade.
    MÔNICA: Ontem ele deu de presente a ela uma joia com suas iniciais.
    SOFANOR: Ele me perguntou também se ela não teve outros pretendentes.
    CÂNDIDO: E o que cê respondeu?
    SOFANOR: Que ela nunca deu atenção a nada além dos pássaros.
    MÔNICA: E o que mais ele lhe disse?
    SOFANOR: Q ue Açucena se destacaria muito em Buenos Aires, porque é muito linda e inteligente.
    MÔNICA: E a Açucena, não viu como ela mudou? Se arruma todo dia. Antes parecia chateada com tudo, de dia falando com os pássaros e a noite com a lua.
    CÂNDIDO: Ela não te disse nada se o Doutor Centeno já se declarou pra ela?
    MÔNICA: Não me disse nada. A coitada já está tão iludida. Em todo lugar só se fala dela. Que Deus a proteja.
    CÂNDIDO: E o senhor, vovô. Por que está tão calado? O que o senhor acha?
    AVÔ: Penso que vocês estão enchendo a cabeça da pobrezinha com ilusões que acho que não vão acontecer jamais.
    CÂNDIDO: O que, vovô?
    AVÔ: Vou explicar. Não acho que o doutor Centeno se case com Açucena.
    CÂNDIDO: Por que, vovô?
    AVÔ: Porque o doutor Centeno tem aspirações políticas e sociais muito grandes e acho que com Açucena ele não vai conseguir realizá-las.
    CÂNDIDO: Mas se ele gosta dela…
    SOFANOR: Claro, o amor! O senhor conhece a força do amor, vô.
    AVÔ: Não. A vida do doutor Centeno tem outras exigências mais fortes que o amor.
    MÔNICA: E se o senhor estiver enganado, vovô?
    CÂNDIDO: Pode estar enganado!
    SOFANOR: Claro!
    AVÔ: Eu não estou enganado. Eu daria tudo, até os poucos dias que me restam de vida para ver Açucena feliz e contente, mas não, não estou enganado. A coitadinha. Ele irá embora, ela vai viver a espera dele, com a cabeça em Buenos Aires, vivendo por ele e para ele, atormentada pelas lembranças e definhando de amor. E, quando pouco a pouco ela for enxergando a verdade, a mentira de todos os seus sonhos, quando compreender que desperdiçou a sua vida, seus melhores anos esperando por alguém que partiu, o que vocês acham que será dela, dessa pobre menina? Vocês entendem dessa dor silenciosa, resignada, dos que passam a vida esperando algo que não chega? Que não chega nunca, nem com a morte? Pobrezinha da menina! Pobrezinha da menina! (Pequena pausa)
    CÂNDIDO: Vovô, respeito a sua opinião, mas devo dizer e quero que saiba que não concordo. (Saída pela segunda esquerda).
    AVÔ: Como que cê vai concordar comigo se cê nunca concorda com nada? (Saída pela quinta. Pausa)
    SOFANOR: Pobre Açucena!
    MÔNICA: Deus queira que o vovô esteja errado!
    (Sr. Mamerto bate à porta.)
    SOFANOR: Olha aí o seu Mamerto!
    MÔNICA: Cê pode mandar ele entrar.
    SOFANOR: E o que eu digo?
    MÔNICA: Diz qualquer coisa, dê esperança para o caso de o vovô ter razão! (Saída muito rápida pela segunda esquerda).

    ResponderExcluir
  3. Acto 2 – Obra Argentina Los mirasoles
    Autor: Julio Sánches Gardel, 1879-1937
    Traductores: Francisca Elaine França, Rosiane Saldanha, Vitor Barbosa e Adriano Juno

    Dona Monica, Dom Candido, Sofanor e vovô

    MONICA: E quanto ao casal? Ah! Estou muito feliz. Finalmente parece que Azucena terá um homem a seu gosto.
    CANDIDO: É claro, porque o Dr. Centeno não a faria tão feliz se não fosse apaixonado por ela também.
    MONICA: Esse era o sonho de sua vida. Casar com um homem, tão culto, tão elegante, com uma posição que lhe permitirá fazer todos os seus gostos e caprichos.
    Sofanor: Esta tarde, durante todo o passeio ele só sabia falar sobre ela.
    CANDIDO: O que ele disse?
    Sofanor: Que nunca imaginou que iria encontrar uma garota como Azucena nesta cidade.
    MONICA: Ontem lhe deu um presente com as iniciais de seu nome.
    Sofanor: Também perguntou se ela não tinha outros namorados.
    CANDIDO: O que você disse?
    Sofanor: Que ela nunca foi apaixonada por outra coisa, senão os pássaros:
    MONICA: O que mais ele disse?
    Sofanor: Que Acuzena chamaria atenção em Buenos Aires, porque é muito linda e inteligente.
    MONICA: Tu não viu como ela mudou? Agora se penteia es e arruma todos os dias. Antes parecia estar aborrecida com tudo. Estes dias, ela estava falando com os pássaros e à noite, olhava a lua.
    CANDIDO: Ela não lhe contou nada sobre ter recebido declarações do Dr. Centeno?
    MONICA: Ainda não me disse nada. Coitada está tão iludida!
    CANDIDO: E Senhor vovô, porque o Senhor está tão quieto? O que o Senhor acha?
    AVÔ: Eu acho que você está enchendo a cabeça da pobrezinha com ilusões que não serão realizadas jamais.
    CANDIDO: Por quê pensa isso, vovô?
    AVÔ: Deixe-me explicar. Eu não acho que Dr. Centeno queira ter algo com Azucena.
    CANDIDO: Por que, vovô?
    AVÔ: Porque o Dr. Centeno tem muitas aspirações políticas e sociais, e Azucena não as corresponde.
    CANDIDO: Se ele quer ela.
    Sofanor: Claro, o amor! Você sabe o poder que tem o amor vovô.
    AVÔ: Não, a vida de Dr. Centeno tem outras exigências além do amor.
    MONICA: E se o Senhor tiver enganado?
    CANDIDO: Posso estar...
    Sofanor: É claro!
    AVÔ: Se eu estivesse enganado! Daria tudo, até mesmo esses poucos dias restantes de minha vida para ver Azucena feliz e contente. Mas não, eu não me engano. Coitada! Ele vai embora, ela sempre esperar por ele, pensando e vivendo por meio dele e para ele, atormentando suas memórias e seu amor definhará. E aos poucos vai perceber a verdade, a ilusão que foram os seus sonhos, quando ela entender que acabou com toda a sua vida, que poderia ter tido seus melhores anos ao invés de vâs esperanças, o que vai acontecer com ela? pobre menina! Vocês entendem essa dor silenciosa? Daqueles que passaram uma vida inteira esperando por algo que não vem, ele nunca chega nem na hora da própria morte? Pobre menina! Pobre menina!(Pequena pausa)
    CANDIDO: Vovô, respeito sua opinião, mas devo dizer que eu não concordo com ela.
    AVÔ: Não me importa se você concorda comigo, como você pode estar de acordo comigo, se nunca tivemos o senso comum!(Pausa)
    Sofanor: Coitada da Azucena!
    MONICA: Deus queira que o vovô esteja errado! (Dom Mamerto chama à porta)
    Sofanor: Dom Mamerto está aqui
    MONICA: Receba-o.
    Sofanor: O que eu respondo?
    MONICA: Diga-lhe qualquer coisa, dê a ele esperança, caso o vovô tenha razão. (Muito rápido pela segunda esquerda)

    ResponderExcluir